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sábado, 10 de enero de 2009


Eres pequeñito y te asombras de lo intranscendente del mundo. Caminas con los ojos abiertos, tratando enmarcar entre tus párpados el mayor espacio posible, para así plasmarlo en tu mente hambrienta de experiencias. Un mundo nuevo te grita en todas direcciones, quieres probarlo todo sin dejarte nada porque, ¿y si aquello que olvidas es lo más increíble de tu vida? Acabas de empezar este viaje y ya te falta tiempo para todos tus planes. Calma, no quieras crecer tan rápido o lamentarás no haber sido niño.
Ahora que no conoces ni el dolor ni el odio, confías ingenuamente en que vivirás para siempre junto a todas las personas que componen tu diminuto universo. Crees que los brazos que te sostienen lo harán siempre, pues no terminas de entender qué es aquéllo de lo que hablan todos acerca de crecer, ¿qué significará esa palabra tan importante? Estás convencido de que tú siempre serás así, de que tu familia jamás envejecerá porque, como desde siempre has visto, las personas mayores parecen haber nacido viejas, ya que siempre han sido, continúan siendo y siempre serán, viejas. Nada a tu alrededor cambiará porque no conoces el aroma ni la influencia del paso del tiempo. Ingenuamente, llegas al mundo "sabiendo" que las cosas tales y como están en ese mismo instante, perdurarán. Nada caducará y tú irás creciendo sin apreciarlo, porque parece ser que esa teoría no era muy cierta... A su paso, irás aprendiendo a que crecer te concede favores como ser el más listo, el que siempre lleve la razón (hasta que llegue otro mayor), el más fuerte, el más rápido y el más grande. Entonces querrás hacerte mayor muy pronto para que no haya nada ni nadie que se interponga entre tus sueños y tú y cada día irás rechazando todas aquellas cosas que siempre te parecieron maravillosas y que ahora, por lo visto, ya no deben serlo para ti.
Ahora que tu cuerpo desmedrado se queda atrás de tu mente visionaria, espera tranquilo a tu cuerpo. Jamás tengas prisa, él tiene que ofrecerte la mayor parte de lo que serás en tu ansiado mañana. Vive, ahora que puedes, sin ser consciente de lo que ocurre en el mundo y disfruta de tu deliciosa ignorancia. Llénate de sueños y esperanzas, de lugares maravillosos que tu ágil imaginación vuelve reales, imagina nombres y personas, criaturas de otro mundo y otra época... Cultivate de cosas que te harán muy feliz durante el resto de tu vida, primero al vivirlas y el resto, al recordarlas. Sin duda serán esos momentos de los que mejor te acuerdes cuando tu mente y tu cuerpo describan en pliegues de piel las experiencias vividas. Será tu memoria, ya cenicienta, aquella que jamás recordará lo que almorzó el día anterior y que sin embargo, revivirá las conquistas de los piratas, los viajes al espacio, las guerras de globos de agua, los saltos en los charcos... y será entonces cuando rías y cuando llores emocionado.
Será cuando hayas sido dañado y amoldado por el incomprendido e incomprensible mundo, cuando más necesites de lo que ahora siembres. Prométete a ti mismo vivir cada momento como el primero y el último y vivir todas tus etapas sin querer quedarte estancado ni correr. Aprende a escoger de entre los valores que te enseñen, el que sea más humano y busca inventar uno nuevo por el que luchar. Escarmienta lo suficiente como para saber a quién mostrarle el corazón y a no tener miedo de hacerlo. Nunca dejes de tener fe en ti, incluso cuando todos la hayan perdido; jamás debes traicionarte. Por encima de todo, respeta tu existencia y tu vida, así que aprende a perdonarte, perdonar a otros y a olvidar. Sé positivo, porque eres el único que quedará cuando no sepas o no quede nadie a quién acudir. Aprende del fracaso pero no te rindas a él.
Pero ahora que eres diminuto, no te preocupes de nada de esto, vive y siente!

1 comentario:

Verónica Calvo dijo...

... precioso...