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jueves, 1 de marzo de 2012



He visto a tus ojos temblando ante el ocaso, inhundarse al evocar recuerdos y disimular al exponer sus sentimientos. Te he visto a ti, detrás de ellos, fingiendo formar parte de otro ecosistema, interpretando un papel que te queda grande, que pesa y que no deja ver nada a su través. 

He visto a un tonto haciéndose pasar por listo. Hablando y hablando, como si el hecho de lanzar palabras al hazar le otorgara inteligencia. Cabeza alta y hombros bajos, delatándole, señalándole, vocifeándole...

He visto la oscuridad más pura en el dorso de mis manos. La eterna noche sin luna ni estrellas. Silenciosa, inquietantemente tranquila, seca, abrasiva. 

He visto cómo mi voz era a la vez dogma y sacrilegio, cómo me condenaba y me salvaba, sin una sólida determinación.  

He visto demasiadas aspiraciones a ser lo que no se es de forma fallida. Declinar el intento cuesta trabajo, aun con la cabeza abierta, receptiva o sangrante, pero cuesta trabajo.
...y más, cuando la noche nunca termina.

He visto por un momento, cómo tus ojos escuchaban el susurro de mis manos, cómo tu voz desterraba al tonto de mi garganta y cómo la oscuridad más pura, desprendía mi papel.

Imágenes: Dalí

1 comentario:

Verónica Calvo dijo...

Todo lo que se ve y se percibe en un breve espacio de tiempo, verdad negra???
Hay noches reveladoras y otras proféticas.

Besos