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lunes, 3 de noviembre de 2008

Lo conocido es imposible. En lo abstracto de la vulgaridad, luces y sombras cruzan las oquedades de un navío hundido, en donde los caballitos de mar son guerreros incandescentes que se aferran a un diminuto resquicio de madera podrida.
Es imposible esperar algo de lo que fue.. Ahora el barco está preso en un viaje sin retorno. Ahora lo encarna el coral, ahora, en su eterno descanso, el navío está vivo y de su mástil cuelgan ahora, velas de kelt. La madera cruje, ¡ya está aquí los fantasmas! No, de nuevo silencio, aletargado silencio. Silencio que estasia y que relata los pedazos de vidas que hicieron de él lo que es, ahora nada. Sólo un caparazón abandonado en el lugar en donde nadie busca, en donde todos lo olvidarán, en donde nunca más nadie, sabrá jamás nada de él. Él es ahora nada pero también un Reino. Es ahora nada y un refugio. Nada y un templo. En donde susurran medusas como vampíricas palmadas al aire que un desprecio desterró a los abismos.
Perecer fue el precio que un puñado de calaberas entregaron a las bestias del mar, para ocupar su lugar en el trono de la historia de una catástrofe. Y aquí yacen, en el interior de este navío, todos aquéllos hombres que en su vanidad, desafiaron a la memoria de ancestrales dioses que les condujeron hacia el estómago del océano.

2 comentarios:

Verónica Calvo dijo...

Me ha encantado Negra!!! Qué fuerza!!!!

Megapili dijo...

xD