Traductor/Translate

martes, 2 de septiembre de 2008

Acechando en la oscuridad




Guisantillos eróticos, anoche me pasó algo para ponerse a dar ostias a un desconocido pEEeero, como bien dijo una vez Vero, me puede mi instinto pacifista y opté por un inofensivo pasotismo.



Anoche volvía de la biblioteca de la Facultad de Medicina sobre la 1.30 pasaillas (Josan, siento no haber ido esta mañana pero tenía cosas que hacer) y caminaba sola con mis cascos puestos escuchando a Pink Floyd, cuando empiezo a oír a mis espaldas la pregunta "¿tienes hora?". Me hice la despistada y seguí caminado por mitad del nuevo voulevard cerca del Parque Triunfo, con mi música acompasando mis pasos y la noche tan estupenda que hacía. Entonces, por el rabillo del ojo veo a un notas alto y delgado, con el pelo rubio recogido en una coleta, camiseta de manga corta y pantalones muy cortos que me adelanta un poco y me pregunta que si tengo hora. Me quito un casco y muevo la cabeza en plan "¿qué quieres?" así que me vuelve a preguntar y yo, pasando de sacar el móvil, le enseño mis desnudas muñecas y le digo que no. Entonces, el notas, que por lo visto tenía calor, saca su PENE semi-erecto por una de las piernas mostrando un trozo. Ante esto, hago como si no hubiera visto esa cosa, ya que tengo la costumbre de mirar a la peña a los ojos cuando me hablan, me pongo mi casco, miro hacia delante y sigo caminado. A lo que él acelera el paso y me pregunta por la Fuente de las Batallas sin dejar de mostrarme eso. Me quito el casco y le simplifico la explicación sin dejar de andar diciendo "todo recto por esta calle y al final a la derecha", me da las gracias y cruza la calle. Me coloco de nuevo mi casco y sigo hasta el final del paseo para girar por fuerza a la derecha, que es la dirección que él había tomado. Miro a ver si lo veo para buscar otro camino y ni rastro. Suspiro pensando que ya no lo veré más y cerca del comedor para gente sin techo que hay por San Juan de Dios reaparece con la misma pregunta de si tengo hora. sin quitarme el casco y sin dejar de caminar le vuelvo a enseñar las muñecas y a decir que no. Entonces, el notas me adelanta y se planta de perfil a metro y poco de mí con toa su poya fuera diciéndome "hola, me llamo Antonio ¿y tú?" Aquí, mujeres guisantillas, ¿vosotras que haríais? Pues lo que yo ¡¡¡PATADA EN LOS COJONES!!! PEEeero, pEEeero, pEEeero, el grupo Pink Floyd habló y su serenidad había inundado mi cuerpo desde que salí de mi piso para estudiar en la biblio y continuaba de regreso a casa, así que opté por pasar de largo diciendo "no tengo nombre". El pervertido me adelantó casi corriendo y torció por la calle en donde está las facultades de Trabajo Social y demás, dirección Severo Ochoa (por si algún poli lee esto y quiere pasarse de vez en cuando). Pero es que antes de llegar, había en la calle de enfrente cuatro barrenderos sentados en un banco que lo estaban flipando. Yo seguí mi camino por la acera opuesta por la que el pervertido se fue.



He de recordaros que por septiembre del año pasado me pasó algo similar pero aun más desagradable. Me dirigía a mi piso con mi macuto de ropa y me encontré en mitad de Severo Ochoa a un tipo que rondaba los 50 debajo de un árbol pajeándose que cuando me vio empezó a decirme obscenidades y a acercarse. En el momento enq ue se acercó le eché una mirada asesina y extremadamente descriptiva, con el macuto bien agarrado, pensando "como te acerques lo más mínimo, te meto tal patada en los cojones que te salen por la boca y además, te hundo la cabeza en el suelo con el macuto y las patadas que hagan falta". Sólo fue necesario mirarlo para que se volviera a esconder detrás del árbol y se callara la boca.



Estos dos sucesos demuestran que la violencia a veces no es necesaria, pero no puedo asegurar qué pasará en una tercera.



¡Pero aquí no terminan mis aventuras!¡Aun hay más! Antes de llegar a mi piso, en la plaza que hay justo debajo (la plaza de los yonquis), había un grupo de tres chavales de mi edad o mayores con sus tres respectivos perros que corrían de un lado a otro jugando. Había uno pequeño, otro de tamaño medio y otro grande, valga la rebundancia. Cuando me acerqué a ellos para poder llegar a mi piso, los perros empezaron a ladrarme y a correr alrededor mía. A ver, yo sé por qué hacían eso, me estaban advirtiendo de que no les hiciera nada a los notas. Yo no me paré para no mostrar debilidad y no les miré a los ojos para no mostrarles desafío, simplemente caminé por entre los perros con paso firme y mirada al frente. Dos de los chavales se fueron pa los perros a regañarles y otro se quedó sentado. Cuando me acerqué a él para llegar a mi puerta el perro más grande, que era una perra que, a decir por sus pezones, acababa de destetar a sus chachorros; se me acercó ladrando y saltó sobre mí sin tirarme ni morderme ni nada. Alguno de ellos le gritó a la perra y ésta se alejó. Yo me giré hacia el que estaba sentado dicéndole "porque sé que no me va a morder que si no..." y me fui.



¡Aún hay más! Al salir del ascensor, Mesacamillaman me estaba esperando en la puerta y nos fuimos los dos al Perro Andaluz. Por el camino le conté todo y lo flipó, obviamente. Me dijo que no podía salir sola por la noche, que lo mismo me salía un sudaca que se quería venir a vivir a mi habitación (ya lo contaré otro día), que me enseñan el pito. Ya en el Perro, Mesacamillaman se pone a hablar con Yogeh y el borracho cuarentón que había a su lao me intenta penosamente ligar con la pregunta "¿pero tú qué haces aquí?" Balbuceó una serie de preguntas tipo ¿cómo te llamas? ¿qué pone en tu camiseta? ¿por qué no te tomas una birra aquí conmigo? y otras tanta que no llegué a entender debido a su falta de equilibrio y de pronunciación. Yo, con mi novio a su lao, no tenía ningún problema, sin embargo, si quieres reírte de un borracho (que fue lo que mi novio después me dijo que por qué no hice) tienes que ver que no esté en el extremo de ¡me caigo! porque en cuento le hables, querrá acercarse a ti y como no se puede mantener el pie se agarrará a ti y se te echará encima. Por esta razón yo permanecí en todo momento callada. como sólo estuvimos para devolverle al Yogeh una cosa, nos fuimos a los pocos segundos. Ya en el piso, nuestro perro histérico saltaba de un lado a otro saludándonos. Cuando Mesacamillaman lo puso en su regazo para jugar con él el perro tuvo una erección de pocos segundos y Mesacamillaman lo soltó en el suelo de golpe, me miró y me dijo con su risa cabrona "¡juas! ¡Qué suertuda que eres! ¡Has visto en el mismo día 3 pitos distintos!"



Y esto es todo! Conclusión: ¡Graná está petá de pervertidos! Yo no sabía que la gente follaba tan poco y tan mal!!!



Besos

yo.

1 comentario:

Verónica Calvo dijo...

Me parece que a este paso me vas a quitar el título de "lo que no me pasa me sucede"
No hay mujer a la que no le haya salido un asqueroso de estos. Lo mejor es mirarle a los ojos y reírse, dicen. Una amiga le dijo a uno muerta de risa "tío, que cosa más fea, parece un plátano pocho por el color!!!" y se guardó el pito y huyó. A mi, la verdad, me sale uno ahora y siento decirte negra, que aunque por la paz, con el estres que llevo encima, no le da tiempo a nada, que le agarro y lo fostio!!! si, lo fosssstiooooo, por todas y cada una de las mujeres humilladas por estos vaineros. Haya paz... uffff, me he descargado ;)
Ya me contarás todo esto porque tanta erección a tu alrededor me hace pensar que te estás convirtiendo en un icono sexual granaíno.
Me voy a dormir, que estoy desfasada y mañana tengo que estar muy lúcida a primera hora. Por cierto, esta tarde he estado en la playa en Portugal, en Monte Gordo, donde fuimos a buscar el piercinGGGG y me he acordado de ti. Además, he tomado un café en la terraza donde estuvimos.
Saludos a greiskul y al greñúo y un beso ERECTO para tí.