Traductor/Translate

domingo, 13 de mayo de 2007

Respiramos para seducir el aire. Concentrándonos sólo en la millonésima parte de nosotros mismos podemos encontrar a veces resquicios de energía, algo inerte que sorprende hasta a nuestra parte más necia. Dormimos y no pensamos más que en placer y en éxtasis, en la lujuria de devorar un alimento, nuestro alimento, esa carne que puede estar viva o no y que incluso, nos puede devorar si no apretamos bien los dientes contra ella.


Norte confuso, cielo eclipsado, todo son preguntas que en un determinado espacio de tiempo dejan de ser interesantes ya que es entonces cuando esto empieza a ser grande y a desear, por nuestra parte, que se convierta en infinito. Conducidos por el deseo y la incandescencia, quizás muramos demasiado jóvenes para apreciar el mismo elixir de la vida eterna, pero en nuestro juego de máscaras somos hoy vampiros que danzamos en mitad de la noche escogiendo a nuestra presa. Sangre resbalando por nuestra garganta, llamaradas de vida brotando a borbotones de otro que no es más que un alimento, nuestro alimento.


Enredando las paredes para hacerlas creer árboles, la avaricia sólo muestra el principio de lo que podremos llegar a ser algún día. Devoradores. Cazadores. Asesinos. Pon un sólo pie en mi boca y habrás muerto.


Retumbando en los oídos la misma canción, la eutanasia podría dividirse en varios estados de permanecia, hacerla voluntaria y obtener la sangre como recompensa. Arderemos en el Infierno seguramente, pero todos con nosotros y ellos, los demonios, ya no tendrán espacio. ¡Pobres! Tendrán que subir a vivir con Dios en el Cielo pero... ¿y los ángeles?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y los ángeles? Los ánegeles continuarán con su falsa inocencia y su hipocresía...Nos pondrán cara de imagen titular castellana y exigirán que les pongamos una vela distinta cada noche. Cirios cuya débil luz ilumina las mentes de unos pocos, demasiados pocos para poder cambiar el rumbo de lo inevitable...

Elimelec dijo...

Que el deseo no perezca, que por arder, que por querer reventar, por llegar a la muerte, y saciedad, nos perdamos de este hermoso erotismo, hasta la locura y volver, claro, con la elegancia que siempre nos ha caracterizado.


FAN NO. 1