Dentro de dos semanas comienzo mis prácticas de baja visión con pacientes reales en la ONCE y la verdad es que estoy algo aterrada. Yo que soy de lágrima fácil no sé si sabré aguantar el tipo ante gente conmocionada por perder en un accidente la vista, niños con patologías que no se sienten plenamente integrados en el colegio, personas mayores que quizás ni sepan leer y por eso directamente te digan que no ven ante optotipos de letras (números, directamente utilizaremos números o dibujos), adultos que pierden su empleo por no ver...

A la par, estoy deseando que empiecen. Nunca antes había sentido esta necesidad de ayudar a otro y ser capaz de hacerlo, siempre pensé que eso no era para mí. Desde mi pueril egoísmo, no podía imaginarme ni un sólo momento de contacto directo con una persona necesitada. Me invadía la timidez y el no saber actuar. Enfrentarse a todas esas historias personales es duro. En su mayoría son dramas aunque también tienen su lado positivo. Yo espero crecer con esto. Espero ser útil y aprender todo lo que pueda. Como escribí para mi privacidad la otra noche, he entrado en una era de cambio, de evolución. Es increíble ver que los viejos valores se han evaporizado, ya no significan nada para mí y he pasado página, yo, que siempre me ha costado tanto perdonarme...

Sin duda este año es importante para mí porque es en el que más estoy cambiando. Al fin me defino, al fin elijo, al fin comprendo, al fin actúo.

Ojalá esta experiencia me haga fuerte y me dé el último empujón que necesito para liberarme de mí misma y de todo lo negativo que mi psiquis ha creado para limitarme día tras día y para decirme que no puedo hacerlo. Es posible que sea ahora cuando empiezo a comprender que sí soy capaz de alcanzarlo y de coronarlo. Al fin discierno una luz en el túnel.