Tristeza. Tu nombre se dibuja en el silencio de una calle deshabitada, donde la Luna, malherida , sangra y huye del Lobo, dejando tras de sí una estela de plata y miedo sobre el adoquín. Un rastro que su Demonio persigue y anhela, así como sus fauces ansían rasgar la carne y devorarla.
Estamos tan cansados de huir que el dolor forma parte de nuestra vida. A pesar de la distancia, no veo la costa en este mar de oscuridad. Algún tiempo ha pasado desde que mis párpados, adormecidos, dejaron que la luz diera media vuelta y desapareciera en mitad de la noche, en este bosque que parece impenetrable...
No sé si debo adentrarme ni a dónde me conducirá...
Aunque sé que, muy probablemente, aquello que busco, se encuentra ahí... Acechándome.
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