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domingo, 3 de junio de 2012



Era una noche tranquila en la que las estrellas salpicaban el cielo y la luna jugaba al escondite con las nubes. La colina era el escenario perfecto para los grillos y la brisa estaba impregnada por el aroma de la hierba y sus flores.

Lejos del mondaraz ruido, era como encontrarse de nuevo a uno mismo o al menos, era el lugar perfecto para empezar a buscar. Allá donde nadie puede verte ni oirte, estás solo. Éste era ese lugar y el silencio del campo contiene acordes maravillosos.
No sé si alguna vez te has parado a escuchar el murmullo del campo por la noche. ¿Te has detenido y has respirado hondo? ¿Has olvidado tu reloj o tu teléfono móvil? Si es así debes considerarte afortunado y si no, adelante.

Cuando no se sabe a dónde ir, qué decir o a quién hacer caso, es el momento de pararse y entregarse al silencio. Sin miedo, porque él siempre te muestra lo que has de aprender. 

Pasa más tiempo lejos del ruido.



1 comentario:

Verónica Calvo dijo...

El campo de noche tiene magia, a mi me fascina.
El silencio desprende una energía poderosa para conocerse, sin duda.

Besos, me alegra que hayas actualizado