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miércoles, 20 de mayo de 2009


"Eran tierras pacíficas, en las que la música formaba parte de ella misma. Amante incondicional de las aguas del Mesara, bañaba sus deseos y sus sueños para secarlos más tarde, tendidos sobre las oscuras rocas del Levká Óri, que siempre viajaba con ella, allá donde fuere...

Aquella flor duró viva demasiado tiempo. La mañana en la que la apartó marchita del jarrón supo que había llegado la hora. Desconsolada, bañó sus lágrimas y su rostro en el aguamanil del dormitorio. Su padre jamás le hubiera perdonado su decisión, pero ni él ni madre vivían ya para impedírselo. Ahora todo se había oscurecido. Su amada Creta ya no guardaba el aroma placentero de sus plantas ni el trato amable de sus gentes. Todos empezaron a hablar mal de ella porque no aceptaban que se hiciera cargo del duro negocio de su padre. ¿Desde cuándo una mujer podía ser marino mercante? ¿Por qué no casarse y formar una familia como toda buena mujer? Estaba agotada de escuchar siempre los mismos comentarios, de ser el centro de atención en cualquier parte a la que iba, de ser acosada por hombres que ambicionaban su dinero y que la querían atar a una casa y una vida que ella no deseaba. Por eso comenzaron sus viajes y su búsqueda. Buena parte de los años fueron toda una dolorosa lucha por abrirse paso de entre los clientes y proveedores de las distintas razas y pueblos con los que su venerado y respetado padre, había trabajado. No fue nada fácil ganarse el respeto de los hombres en un mundo de hombres y casi diariamente, tuvo que ingeniárselas para salir vida de calles y mercados. Amotinamientos en alta mar, piratas, intentos de violación y asesinato con cada atracar. Parecía imposible que casi siempre saliese airosa de cada encuentro. Por eso se decía que su padre la protegía desde las estrellas.

Un buen día, un joven de piel tostada y turbante color marfil, se acercó a ella para ofrecerse como miembro de su tripulación. Era bastantes años más joven que ella y notablemente receloso a ser contratado por una mujer. Estaba allí como último recurso. Ella lo miró de arriba abajo y con gesto burlesco le dio una única condición para ser contratado: que tirase sus horribles zapatos.

Como en cada solsticio, el diezmo era pagado y el viaje más largo iniciado. Pero esta vez fue diferente. Una tormenta intensa, los desvió demasiado del rumbo establecido. Los intentos por retomarlo sólo consiguieron perderlos aun más. Poco a poco, los víveres fueron agotándose y los ánimos caldeándose a la par que el clima al que se sometían, los enfermaba. Cuando apenas quedaban tres botijos de agua dulce congelada, avistaron tierra firme. Aquél era un lugar gélido y abrupto que, ante la desesperación, no representaba obstáculo alguno para salir en busca de ayuda, agua, comida y materiales con los que reparar el barco.

Dos hombres se quedaron custodiando el navío y el resto, con ella al frente, se adentraron en la isla. Pronto descubrieron unos animales que jamás habían visto antes e intentaron en vano, darles caza. El desánimo se unía al frío y a la extenuación. Ella alzó la vista y quedó atónita al contemplar la belleza de una morrena. Fue cuando comprendió que en aquél lugar no podría vivir nadie y, por un instante, ese pensamiento fue la única cosa que, en toda su vida, la frenó.

Lejos, unas siluetas extrañas se aproximaban velozmente. Ella entornó los ojos y distinguió a unos hombres que viajaban sobre trineos tirados por perros. Sonrió pensando que era su mente negándose a morir".


Este texto lo podrás encontrar en el primer reto del taller de escritura en el Foro de Nuncajamás.
Imagen: Autorretrato. Frida Kahlo

2 comentarios:

Verónica Calvo dijo...

Y Megapili ganó el reto!!!! ole ole!!!! ya te dije en su día lo que opinaba de este relato. Pero te digo, una vez más, que me gusta. Besillos en clave de sol.

Athena dijo...

Niña, yo no participé en ese reto, pero ya te dije que leí éste en su dia. Puede que fuera una de las razones que me impulsaran a entran en este mundillo otra vez.
Un besito preciosa!